lunes, 30 de abril de 2012

Energía

Salvaje. Todos en círculo, de la mano, hermanados. Corría por ellos un fuerza ancestral. De repente, como un relámpago de luz, el sol salió entre las nubes. La música de lo natural, imponente. Árboles. Ramas. El tronco parecía salirse del mundo para traernos a la realidad, por uninstante, pareció brillar; mientras en su mirada se observaba el destello de una dulce agonía, de la feliz búsqueda, de un reencuentro consigo. La magia de la enredaderas que ascendían por él aparecía y desaparecía, como buscando. Nada estaba prohibido, pero su alma quería subir más allá de lo que su cuerpo le dejaba. La antítesis del momento solo se podía salvar de una manera. Construyendo la aventura.

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Pasaba el tiempo, se llevaba las palabras, que volaban como otoños de plásticos. Por la calle, me acompañaban rodando, calle arriba, calle abajo. Calles que notaban alientos indefinidos, sombras oscuras, vientos llenos de palabras. Mis zapatillas, pies descalzos. Uno, otro. Rozando las palabras en recuerdos. Todo empezó con un mes de transformación, que no transformaba, rellenaba. De oraciones, palabras, fantasías, viajes, sentimientos, recuerdos, pasado y presente, futuro y recuerdos. De energía.

Mecían los árboles. Mecían al viento. El futuro y los sueños, recuerdos y pasado. Imágenes borrosas. Siempre imágenes y palabras. Todo, en síntesis bajo la música del mundo. Entumecidos.

Párrafos eternos. Todos ellos sin fin ni comienzo, imitando a un alma sola. Amor. Así empezó todo. En la oración del sentimiento, donde te refugias en tu ser, para salir en otro, en tí mismo. Antítesis, siempre y simple. Dios. Al final. Gritas, por buscar una palabra en la oscuridad de tu ser en tí mismo. Amor de alma. No de cuerpo.

Envías señales, de socorro y de ayuda, al multiverso. Escucha. A ver si alguien respondía. Escucha, siempre alguien responde en tí. Escuchar las palabras, siempre faltas, aunque buscadas. Resbaladizas por sobrevaloradas o por maltratadas.

La gente. El mundo en personas. En animales. La naturaleza parece adquirir más alma que nosotros cuando el bosque nos habla de Dios, cuando las montañas nos permiten gritar su eco, cuando los valles nos hacen ver la inmensidad del cielo, a nuestra derecha, a nuestra izquierda, delante, detrás. El horizonte recortado con la belleza de la roca y las nubes sobre nosotros. El cuerpo animal manda. El alma humana vence.

Las palabras se convierten en aire. Los valores, en principios.