lunes, 31 de diciembre de 2012

Azul y primer capítulo

Aún seguía decayendo la ilusión. Había pasado un tiempo. Un tiempo largo y corto, como siempre, que no acompañaba de la mano a la vida. Había pasado, sí. Y aún seguían buscándose con fervor y sin pasión.

Era una búsqueda austera y formal. Pero profunda en sus interiores.Sabían que había algún nexo de unión entre ellos, como una magia ancestral propia de lo místico e irreal. Sabiendo que su instinto estaría en lo cierto, se quisieron buscar. Quizás por romper con la falta. La falta de magia, la falta de amor, la falta de sentimiento, la falta de emoción, la falta de música.

Cuando la rutina se convierte en tradición.


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El orden, y en la vida, el poder. La lluvia cayendo entre la niebla, cantando como en su propio teatro. Oraciones nuevas llenas de promesas. Diferencias. La vida en su madurez es la pérdida de sentimiento. La razón se discute contra el sentir para el mundo. Crece, pierde la inocencia, pierde la magia, pierde la vida. Cuando la rutina rompe con tu vida, y se come a la ilusión. Y te levantas, sabiendo que vas a hacer algo nuevo. Con ganas. Y sin ilusión. ¿Madurez?

 Cuando la música rellena, pero no llena, porque ya estás completo. Lleno de basura y completa intención. Todo desde la superficie de un ser que se apaña pro sobrevivir al mundo nuevo. Al hábitat de la sociedad. La urbe. La nueva naturaleza en la que se gana si se pierde. Sobrevive el que menos vive consigo.

Futuro. Cuando llega y no lo sabes coger. Porque siempre soñaste que llegaría. No soñaste cómo. A eso no te enseñan. No te enseñan a vivir. No educan. Al final, te libras, por llorar sin sentirlo.

Entonces, es cuando te das cuenta que estás solo y con ganas de enfrentarte al mundo.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pronto y con sonidos tuyos

De repente sientes cada nota. Aspiras cada segundo de la música como si fuera único. Oyes el piano a lo lejos, dentro de ti, llenándote el corazón, dejando que corran las lágrimas de paisajes desdibujados.
Corren los compases de la vida en el momento en que la partitura avanza como si fuera parte de ti, como si fueras parte del mundo, como si fueras uno con todo. Las notas. Tan bellas, te guían por el camino de la música, del amor, de la belleza. Cuando algo sublime llega a ti no te sorprende ya, pero debería, como a los niños que hay en ti aún. Que quieren despertar al oír la alegre y triste música. La antítesis de la vida en cada sonata, la vida misma en el respirar de un cantante. El sonido de la música como forma de sonreír. Y ese momento en que parece que besas el viento, el mundo, lo grande, el universo entero, con la belleza del amor de la música, que se esconde tras cada segundo de acordes y silencios contrapuestos en su propio contrapunto sin normas para el corazón.

Cuando el despertar es tardío, es indiferente. Ya no queda nada más que seguir. Estamos en el presente, nunca estamos en el futuro ni en el pasado. Somos uno con el mundo ahora, no luego. Luego no seremos nosotros, seremos nuestra propia evolución. Cada segundo importa y es musical en ti y en mí por igual.

Los errores que cometimos y cometemos, la vida en sencillez con nuestra filosofía ausente, carente de nosotros. El mundo en sí y no en ti ni en mí. Las aspas de un molino de madera y agua que corren con el viento, como si se despeinaran y se enfurecieran con la emoción propia de los sentimientos efervescentes.



Llorar con lo efímero, cuando esperas que ese momento sea eterno. Necesitar alimentarte de segundos que ójala fueran eternos. Gotas de lluvia al piano que llegan al profundo mar del sueño. Noticias de otros mundos más allá de la razón y el sentimiento, narradas por la armonía y la melodía en conjunto con lo humano. La vida. La música. La sensación de no ser capaz de dejar de sentir, de dejar pasar esa oportunidad de aprovechar el sonido profundo de la Tierra, el mismísimo sonido de la vida, de uno y de su alma. De lo agudo y de lo grave. De lo melancólico. De lo alegre. De lo superfluo incluso. De lo clásicamente neutro pero profundo, de la música.


Llorar. Emocionarse. Ir más allá de nuestra propia libertad. Salir del cuerpo y volar hacia nuestras almas para vivir el cuento de hadas que hemos soñado siempre por un segundo efímero y eterno, claro.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Libertad

Libertad. Para saltar por los montes. Reír, gritar, feliz por que . Libertad. Para reír, gritar, cantar bailando. Sentir, el viento en la cara... Correr, volar, llegar a las estrellas. Sentir y disfrutar el Universo en mí. ¿Por qué no? Corred, sentid y bailad. Expresaos, liberaos, de esa burbuja. Bruja sociedad.




Ya sabéis. Gritad y bailad, está en vuestro interior. Que Rafiki os guíe como a los niños que fuisteis. Ya solo queda vivir, y al final, lo vivido.

Jamás os arrepintáis. Porque pintéis el mundo a vuestra manera.

Príxnam aclarando

Los dos estadios. La sombra del mar. El semblante oscuro tras ello.
Supongo que lo épico de una guitarra eléctrica.

Avanzaba, corriendo al viento, cómo no. Todo salía como esperaba. Solo quedaba esperar. Pero esta vez no iba a esperar sentado.

"La mayoría de las personas damos por hecho, asumimos sin más, que el sol volverá a salir de nuevo cada mañana....En gran parte, muchos incluso hemos perdido la maravillosa y necesaria actitud de asombro, absorbidos por nuestras rutinas y las preocupaciones diarias, tal vez pensando inconscientemente que dispondremos de todo el tiempo del mundo; esperando que las cosas mejoren en nuestra vida; que, cuando encontremos ese misterioso algo que sentimos que nos falta, la armonía llegará a nuestra vida; con la esperanza de que ese mañana será mejor que el hoy, sin ser conscientes de que la vida es eso que pasa mientras esperamos un futuro mejor..."

«Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo»


Futuro y pasado. Presente. Los recuerdos te conforman, pero mientras los recuerdas olvidas el presente. Olvidar el pasado, olvidar el presente. Futuro, pasado presente. Los recuerdos te forman y te conforman, mientras creas el futuro. El paso crucial es uno de tantos otros, y tantos otros son tan cruciales como uno no lo fue.
Quizás el sentimiento no se esconda detrás del saber, según dicen, pero detrás del tiempo se esconde la cortina de la vida.
Y detrás de la vida, cada uno.

Seamos nuestro futuro. Seamos el futuro. ¿Sentimiento o razón? Futuro. Decidir con...

Leed tranquilos, sin prisa, sin calma, con sentimiento, el que emana de las palabras, como esa magia que un día (uno) llegue a alcanzar, y que pronto seguirá luciendo en mí.
Como en todos.

Proyectos de futuro, sin tiempo presente.

¿Qué fue de la magia de los sueños? Se convirtieron en estrellas o estelas. Da igual, imágenes borrosas. Se mezclaron con los recuerdos.

Solo nos queda, pues la imaginación. Para soñar y reinventar recuerdos. Cargados de magia.

Sin prisa, sin calma. Con la vida puesta en los tacones que se han de quitar. Sin saber de qué hablar.

La inteligencia y la moralidad.

Epidemicidad.
-Y así pasa

miércoles, 31 de octubre de 2012

La normalidad de la vida

La lluvia se reflejaba en la acera. La densa niebla aún no había ocurrido. Era noviembre casi. Es.
Ahora el mundo gira en torno a uno u otro. Todo cambia contigo, porque lo real está en el interior de cada uno, en su forma de ver el mundo encuentra el cómo es.

"La normalidad se encuentra en la abundancia"

No sé la ciencia de la filosofía, ni la filosofía de la ciencia, ni de la realidad. Pero creo que es cierto, el mundo es y funciona. Creo que creer es bueno. Creer y tener fe. La razón y el sentimiento.

Sensaciones de otoño mezcladas en el futuro. Todo por decidir y hay que elegir, ya. No se demora la vida, el tiempo pasa con ella.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Tourette, la ciencia y la vida


Ella tenía síndrome de Tourette. Después de ver a Juan, él se había pasado por su despacho a recoger el cuaderno y después hizo su ronda empezando por ella. Tenía muchos años menos y una enfermedad mental que algunos confundían con el trastorno obsesivo-compulsivo. Cuando llegó a su habitación, ella estaba acariciando la pared, buscando en su rugosidad satisfacer la necesidad de sus sentidos. Él olió la sensación de sus manos, la rugosidad de su piel contra la de la pared. Percibió por un instante el sonido de sus manos en su vida. Y buscó entre su piel la propia y la ajena. Se sumieron en el abrazo de una sonrisa. Mientras miraban sus manos en la pared. Le gustaba interaccionar con los pacientes a su manera, jugar a su juego. Ser parte de ellos. Que ellos tuvieran la seguridad necesaria para seguir adelante y confiar en él. Buscaba liberarles de la opresión de la enfermedad y liberarles en sus propios sentimientos.

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La ciencia se basa en la vida, a veces lo olvidamos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cuentas y números

Pues señores y señoritas la vida cambia. Así que así les dejo una historia del pasado que suele resumir bastante el futuro de algunos...


-Es el momento de elegir. Tienes que decidir entre inmolarte o morir. Puedes escoger no sufrir con el Mal, ser inmune, pero ser inmune también al Bien... o bien puedes coger disfrutar del Bien, sufriendo con el Mal también. Es un juego, como quieras, de palabras. Pero es cierto, el Bien no es sin el Mal, y el Mal no es sin el Bien.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Música y pasión, tensión y corazón.


La música, es indefinible, supongo. Quizás no sea posible hablar con palabras de otro lenguaje que de por sí expresa algo que no oímos. Escucha con el corazón. Porque hay palabras que no lo son, porque se oyen desde el sentimiento directo. No sabemos sentir las palabras. Podemos aprender. Seríamos grandes esponjas abrumadas, pero empapadas y chorreantes. Sentir todo, en palabras, significaría entender, a nuestra manera, el mundo, colorearlo con nuestros colores, pero también saber elegirlos, porque descubriríamos sensaciones que no tienen nombre entre palabras. Dentro de cada letra se escondería una pequeña sensación, cada palabra implicaría un gran impacto y cada frase escondería un corazón propio. Los textos tendrían vida, porque al leerlos cambiarían tu mente, tu vida. Sentirías todo, nuevo, relleno, constante y renovado. Como si agua nueva en un río frío, viejo y turbulento fuera. Al fin, sentiríamos la vida, hablaríamos de ella... quizás.

Todos hemos sido bebés, todos hemos nacido. Hay algunos que no lo aparentan, otros vivos que aún no han nacido, entre autistas y superdotados, artistas y sobreexplotados, podemos vivir en un mundo inventado.
Quiero decir que nosotros nacemos, la vida nos va llegando y vamos asimilando las sensaciones, convirtiéndolas en sentimientos y poco a poco dando sentido a la vida. Según crecemos, dejamos de llorar y reír a todas horas, nos convertimos todos en parte de la sucia sociedad (suciedad, la llaman algunos), llenamos el alma de gris. Quizá dejamos de llorar y reír porque descubrimos otras formas de sentir. Mentira. No descubrimos otras formas de sentir. Dejamos de sentir. Empezamos a inventar la vida, como si fuera parte de la mente razonada. Pero escondidas, en nosotros, las emociones son las que nos permiten decidirnos por los caminos a elegir. La rutina, quizás. Sin sentimiento, la emoción indefinida por su inexistencia entre brumas de polvo sucio. La cotidianidad de los días comunes, en verano, en invierno, sin sentimientos de calor ni de frío, solo de temperatura. Sin vivir. Sin sentir, sin nada. Nada. Todo lo convertimos en nada, otra vez. Sólo nos queda la música, y Dios.

Nos volvemos grises porque es más fácil ser gris. Amar implica sufrir. Siempre. La música es Amor, la fe es Amor. El amor implica sufrimiento. Es curioso, como elegimos el gris en vez del color, nos volvemos de otra textura y creemos que estamos dentro de nosotros, entre teatros de emociones, mientras nuestro corazón sigue vagando en la niebla. La suciedad del humo gris nos envuelve, porque nosotros ya estamos acostumbrados al mundo. Nos hacemos viejos pensando que el mundo ya no tiene sorpresas para nosotros, que ya no hace falta sorprenderse de verdad, ni reír y llorar constantemente, como cuando eres niño y lo estás descubriendo todo. Ahora ya nada es nuevo, aunque lo sea y lo viejo, recuerdos, es lo único que sigue generando sentimientos, como oleadas de pasado que te recuerdan que alguna vez sentiste y que ahora ya solo te queda mirar las fotografías viejas o quitarte ese polvo gris que se va acomodando en tu corazón sucio. Vete, huye. Hacia el mundo.

Quizá sea eso. Una filosofía de amor. Lo único que sentimos, al final, y lo que hace mover al mundo entonces. Una palabra sola, que corre entre oídos de gente sorda, buscando entrar por algún orificio directo al corazón. Pero y qué, si las palabras ya no se sienten. Puedo hablar de amor y decir que lo siento o sentir cualquier cosa en mi cuerpo y llamarla por un nombre inventado. Te lo diré. Y tú no podrás saber si esa sensación la conoces o no, si la sientes o no. ¿Seguro? No, claro. Son las palabras, que solo confunden. Quizás habrá que hablar con el lenguaje del amor: la música, la fe. La música entre nosotros, seamos una gran orquesta, miles de orquestas, que crezcamos juntos, dialogando entre melodías y peces de agua dulce y salada, pentagramas de alegría y de pasión, saltos de júbilo, composiciones de amor. La fe con Dios, que dirija nuestra orquesta y nos lleve a buen puerto, donde los peces no sean mal pescados.

¿Sabéis? No creo que se pueda hacer mañana, pero se puede conseguir. Los científicos lo dicen en su lenguaje, aunque los escuchen solo sus colegas. La música es un lenguaje universal, sin mentiras ni engaños, sin palabras feas ni bonitas, sin más ni menos. Por igual. Es una sensación interminable, inigualable, que termina donde empieza la rutina, cuando conviertes la obligación en necesidad, deja de ser miedo y empieza a ser música.

El lenguaje perfecto necesita ser aprendido y practicado con disciplina, según dicen. Es una obligación de quien lo quiere practicar. Lo convertimos en necesidad cuando lo sentimos en vez de practicarlo sin más. Convertir la obligación en necesidad. Y la necesidad banal olvidarla. Las adicciones son por gusto en un principio, gusto del cuerpo, no del alma, claro, pero gusto al final. Luego son por aburrimiento, luego por rutina, luego por aburrimiento otra vez.

El dolor de cabeza de estar reconvirtiendo tu cuerpo en otra vez materia de colores es muestra del sufrimiento por amor.


jueves, 30 de agosto de 2012

Aclarando II


Instinto. Todo comienza con la supervivencia; el que sobrevive, vive, claro. Sobrevivir en la jungla social. El hábitat de asfalto. Las columnas de gris. El humo. Instinto y experiencia se unen, como buscando algo en un futuro escrito en algún lado incierto.
Defensas, psicológicas. Supervivencia social, no humana. Todo unido en el caos teórico.
En la vida, se va sucediendo la supervivencia a la sociedad por el mejor. sobrevive el mejor adaptado, los marginales se pudren entre escombros y estiércol. Hay quien los extermina. Supervivencia. Condiciones artificiales, pero el mismo sistema. Selección artificial, dentro de la natural, dentro de la universal. ¿Casual? No lo creo.
Así, la vida consiste en sobrevivir. Redundante, diría yo.
¿Y aquello de sentir? Está de moda.


Realmente el mundo no tiene colores. Lo pintas como quieras, feo, bonito, abstracto. Incluso lo pintas gris o sin color. Todo depende de la búsqueda de los colores. Los colores del cielo. Un cielo azul en un día nublado, un sobrecogedor gris cian, una manta de nubes rosas al amanecer, y al atardecer, lluvia.
No te afecta el exterior más que el interior. Observa. Llegan a ti oleadas de información, olas cargadas de lo que quieras, de los colores que quieras. Una frase puede ser bonita, fea o nula, sobrecogedora, verde o azul, rosa pálido, redonda, puntual. Depende de ti. De tus sentidos internos.
Quizá deba explicar más cosas.


Las lágrimas de un piano vivo, gritando en medio de la noche, cayendo gotas de lluvia en cada tecla. Cada sonido profundo de un viento lejano, como un clarinete surgido entre los árboles, hablando del mundo y de la vida. Un ser, entre páginas, como negras y elegantes notas danzando.


El curioso estado en que te sumerge la música cuando nada y todo parecen volverse del revés. Todo como si fuera el mundo para ti, nada como si realmente eso no fuera más que eso. Cuando andas como perdido entre nieblas de notas y preguntándote por nada y todo a la vez, sintiendo una fuerza interior salida del sonido de tu alma. La brisa de la música es la canción del alma.

El  sonido de tu vida está fuera de sí. La música te envuelve como si fueras tú en tu propio abrazo incosciente de amor.



Su cuerpo se transformaba, sus ojos se entrecerraban y su nariz se hinchaba, como si también oyera a través del olfato, como si aspirara la nota para metabolizarla.




Gritaba, por qué no, su cuerpo gritaba que le sacaran esa alma para bailar con ella. Como a la luz de un claro de luna romántico de piano, sonaba a respiraciones gigantescas, entre brumas de notas y de amor.



Yo misma sentía que el mundo desaparecía mientras tocaba. Entonces sólo había música.



Como un piano, elegante, grandioso en su diminutez entre teclas de olvido, como recordando gotas, lágrimas agudas y bien colocadas, mal tocadas. Amor de negro y blanco, emoción de unos sonidos saltarines y poco profundos, únicamente enamorados del amor, saltando entre escaleras de mármol y carbón, entre gritos de nostalgia y llantos de dolor. ¿La belleza? ¿No era la falta de dolor? Después, un clarinete escondido, saliendo entre aires de tristeza bella, pero como un gnomo de jardín viviente, con la profundidad de la sabiduría joven, entre escamas de peces de agua dulce, entremezclándose pronto con una flauta, ninfa, esponja, que le absorbe, más que le recoge, cuando este absorto, intenta hablar, establecer diálogos de notas escondidas en el fondo de la humanidad, como un pozo sin fondo, como un corazón si salida.
De pronto, el roce de una cuerda suave y lenta, surgida de las profundidades aquellas de donde no se podía salir. El oscuro roce que va aumentando y creciendo hasta ti, hasta mí, hasta los dos, los miles, los cientos. Corriendo en estampida silenciosa vamos a él. La sabiduría anciana del contrabajo del bosque, entre pinares y olivos, aumenta en intensidad, hablando de la vida, de la imaginación, niño. Sociales y juguetones, melómanos melancólicos, los violines. Trazando melodías en el aire, jugando a ser niños sin serlo, niños profundos dirían en sus palabras de pentagramas. Las violas se unen pronto, tímidas sin serlo, añadiendo a los violines lo que ellos tienen prohibido decir, mientras juegan entre sí. Ellas con certeza y rigor, con fuerza y garra. Ellos más bien tristes, divertidos. Desgarradores. Entran los cellos. El sonido de la niebla nueva y renovada, limpia como el oro musical. Sincero, vibrante. Corazonador.





La explicación es sencilla y monologada. Quizás deba empezar aquel treinta de diciembre. Simplemente comienza la escritura para plasmar la imaginación. La sensación de tener algo sólido fuera, en mi cabeza. Mientras pasa la vida, voy escribiendo. Y viceversa. Quizás no sea el mejor momento, pero es el momento de hacerlo. Siempre lo es. Las palabras recrean, crean y juegan, como metáforas de la vida. Una palabra sola es una metáfora de su realidad. Está claro. Su composición es pura. La única palabra sin metáfora es palabra, porque es en sí misma su propia definición interna. Sin embargo, qué dicen las palabras. Son etiquetas. Clasifican, malas y buenas, feas y bonitas. Encierran en frases y libros el mundo real, quitando verdad. Tintando de colores al mundo.
Las situaciones ocurren y se nos pasan, forman parte de la vida. Definirlas implica seccionarlas, etiquetarlas. No hay momentos malos ni buenos. Hay momentos. Realmente hay un solo gran momento: la vida. Si escoges un momento y lo defines, le pones nombre, deja de ser ese momento, y pasa a ser lo que le hayas llamado. Malo, bonito, increíble, asombroso, memorable, para recordar. Solo para ti, el momento deja de ser lo que era y pasa a ser lo que le llames. Las palabras realmente son metáforas engañosas si las inventas. No hay muchas maneras de utilizarlas que no sea pintar la realidad con ella. Así que cada uno pinta su realidad como a él le parece.
Buscando sentir, malos y buenos momentos (así descritos), como si de una obra de teatro se tratara. Inventando incluso sus propios sentimientos. Vas coloreando el mundo de los colores que te son más fáciles de usar, los que están más a mano, ni siquiera los que más te gustan. Buscando algo por la vida, un paisaje con nuevos colores, supongo. Colores que son palabras, que definen, como tú quieras, cada momento. El momento está, tú decides cómo describirlo... A lo mejor te pierdes parte de ese momento por no haberla definido, por haber sudo la palabra incorrecta. Las palabras son árboles en un bosque del que no sabemos escapar aún. Quizás algún lograr definir las cosas de otra forma, hasta entonces, jugaremos con ellas, sabiendo que pueden jugar con nuestras vidas.

(Imaginad que se os avisa de un acontecimiento complicado para vosotros, que deberéis tener cuidado para no caer en algo malo, que no podréis pasarlo de forma fácil, que quizás no lo conseguiréis. Siendo más concretos, os podrían llegar a asustar. Quizás os hayan pintado de malos colores algo que ni siquiera sabéis lo que es. Pero eso lo hacéis vosotros mismos con vuestros momentos: el pensamiento negativo, pesimista, las malas ideas sobre un futuro incierto... Que vosotros mismo pintáis negro sin saberlo. Ese acontecimiento tan "difícil" de organizar, ese exámen tan "complicado"...)


Momentos. Pasan. Con el tiempo de la mano. Nosotros los elegimos, ya lo dije. Quizás no lo sepáis, pero vuestra mente sabe más que vosotros mismos sobre vosotros. Y es la elige lo que vais a hacer. Lo elige ella sola: vuestras emociones eligen los momentos. Intuición lo llaman. Realidad del cerebro. Quien no siente, no elige bien. Pero todos sentimos, verdad. Es una necesidad, una obligación o algo así entonces. Quizás sea el corazón el que no conozcamos bien. Entre la interacción del mundo y el corazón mediamos nosotros. Con palabras, por ejemplo, como yo ahora.


Quizás sea la diferencia entre necesidad y obligación lo que haya que entender. Sentimos todo como novedad desde niños. Vamos cayendo en la nada poco a poco. No sentimos, pero percibimos. No procesamos esa sensación, no la convertimos en un sentimiento, y nuestra vida cobra sentido a cachos, gracias a emociones inventadas.

La necesidad, es una emoción con sentimiento, pero sin sensación. La obligación es justo lo contrario. Debemos transformar la obligación en necesidad. Necesidad de sentir todo, como la música, si no, no viviremos. Como la fe de Dios. Es una elección. La escogemos al crecer de manera que perdemos la niñez.

Así, poco a poco, el mundo se va formando, ante nuestras invenciones. No lo sentimos, pero nos da igual, porque creemos que así está mejor. Solo sentimos algo de amor de vez en cuando, un sentimiento tan grande, que siempre se cuela, aunque no queramos.

Vivir es algo más.




¿Qué es la música?

Yárchik escuchó la pregunta de Irene y pareció dudar. Sostenía la viola entre sus manos, apoyada en las rodillas, y miraba hacia ella sin pronunciar palabra.

Por fin cerró los ojos antes de decir:
-Cualquiera diría que la música es simple música, y puede que sea verdad. Pero la música es algo más, es la explicación de lo que no necesita explicación.
Irene se rió, antes de decir:
-A medida que hablas mejor español se te entiende menos.
Yárchik también rió, o casi:
-Quiero decir que la música trata de explicar lo que ya está ahí: el mundo, la armonía, la belleza, la razón de las cosas. No hacemos música: explicamos esas cosas.
-Yo no sé nada -murmuró Irene-, porque no he vivido más que la música, demasiado cerca y durante toda mi vida, porque yo no la elegí. La eligieron mis padres por mí.
-También los míos -dijo Yárchik.
Irene dejó caer la cabeza sobre su pecho, y su pelo lacio le ocultó el rostro. Un gesto que solía hacer para disimular su inseguridad. Desde la oscuridad, repuso:
-No es lo mismo, tus padres son músicos, los míos no.
-¿Y qué importa eso? A tus padres también les gusta la música.
Cuando Irene volvió a levantar la cabeza, había una mueca en su rostro, entre la sonrisa y la burla.










Pues quizás no sea el preciso momento, sino la situación de uno lo que le hace avanzar. Momento.

Dios. Comienza el todo en total. El enigma de la naturaleza entre números solo.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Estaciones

Lágrimas de ayer. En un presente futurista. Sangre de amor. Paisaje de desiertos. Sin sombras, sin sed. Sin nada, sin miedo. Color, pero negro.

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Sentimientos.
Instinto o experiencia. Sentir o vivir. Cada vez más confuso, aclarando conceptos mientras no paran los momentos en los que detenerse. Vivir cada momento necesita un tiempo para sentirlo. Elegir tus sentimientos, tus sensaciones. Vivir a tu manera. Ver el mundo en tu color. Elegir tu vida. Elegir.

sábado, 30 de junio de 2012

Hoy

Aquí.
En cualquier parte donde brille tu luz. Si al final gritará, quizás no merezca la pena, no?

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Luz luz luz. Ilumina las partes necesarias, cuando viene de ti, no de fuera. Pero qué sabremos de la necesidad cuando estamos sobrados, sobredotados y faltos de necesidad.
Nepal. Nigeria. Congo. Sudán, américa latina. Interior es. Supervivencia es instinto.
Gritos por seguridad. Seguridad por supervivencia. Vida por vivir un sinvivir.

Luz. Más luz, de fuera adentro, a dentro. Al final, Dios.

Aclarando

Toc, toc.
-¿Quién soy?
-Esa pregunta no debería hacerla yo?
-En los dos sentidos
Probablemente los dos
-Los dos
Bueno quizá no.
-De todas formas hagamos un trato.
Hecho.
-He de decir que a tres la conversación no funciona.
Vayamos al grano.
Dios.
-Empecemos por Él. Está presente, saludamos.
Sí.
Pues considero innecesario el presente.
-¿Cuál es cuál?
(Risas) Buena pregunta.
-Tenemos que profundizar en ello.
-En qué?
-En Él, yo.
Supongo, no?
Entramos para separarnos, pero estamos juntos.
-Siempre.
Presente.
(risas) quizá, peros.

Empecemos. La habitación, despacho, mesa de roble. Yo sentado, yo entrando.
Toc, toc.
-¿Quién soy?
-Esa pregunta debería ser mía.
-En los dos sentidos, sí.
`El trato está hecho.
-Vale, lo intentemos de nuevo.
La habitación es cualquiera, un yo dentro de otro.
-¿Y si le preguntamos a él?

Un interior, interno.
Toc-toc-toc.
Pues no ayudan las palabras. Las de arriba no.

No ayudaron.

No. Pero quizás Dios sí. Esta vez aclara.

Ahora un instante de penumbra, silencio. Como una oscuridad que aclare el mundo atardecer. Que se encoga y se recoga. Caliente, corriente, nade. Jade, jadee. 

jueves, 31 de mayo de 2012

Puzzle de palabras

Palabras. Eran lo de siempre. Palabras. Tenía que lograrlo. La llave en una mano, en el mundo, la otra. Las dos unidas por la vida y separadas por sí mismas. El propio hecho de sentir el concepto. Un puzzle de palabras infinitas, eternas. Todo cobraba sentido. Aunque siempre faltaba una pieza y no era una palabra.

Avanzaba. Un paso, otro paso. Ya no había selva, ni árbol ni paisaje, ni música, ni aire. Amor, quizá quedaba eso, más allá de toda rutina.

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"Érase un niño que se lanzaba a la aventura todos los días,
Y en el primer momento que miraba y aceptaba con asombro, piedad, amor o temor, en ese objeto se convertía"

La reacción ante el mundo, inventada. Los métodos ante el mundo, inventados. Las premisas, inventadas. La naturaleza, inventada. El mundo, inventado.

Sucedían los días, varianza. Rutina que asquea el sentir.
Fue un beso fugaz e invisible en una noche en que se convirtió el sueño. Tuvimos (hubimos) un sueño, recuerdos ebrios, alcoholizados, borrosos por esa espesa bruma de la noche entre los árboles.

Espíritus como oraciones oscuras.

Y el mundo, al final de un túnel.

"Y ese objeto se hacía parte de él durante el día o una parte del día
... o durante muchos años o largos ciclos de años."

La rebelión que cree crecer pero que no es. Sin profundidad. Los sentimientos hacia las personas, inventados, crecidos. Las sensaciones en el papel de tu vida. Juegas. Ganas.

La sensación corría, distinta del sentir.

"Sé el cambio que quieras ver en el mundo."

La imaginación, provocada por palabras, como una solución al gran problema. Las palabras, provocadas por la imaginación, como parte del mismo problema y la solución.

Se alejó, silvando una melodía con la que olvidaba mis palabras. La vida era así al parecer, y todo seguía igual. Innovador, cuanto menos. Demasiado para el mundo parecía. Las palabras eran al revés. Todo fue demasiado. Innovadores. Todos los yos en cada tú y cada él y cada ella. Todos. 

lunes, 30 de abril de 2012

Energía

Salvaje. Todos en círculo, de la mano, hermanados. Corría por ellos un fuerza ancestral. De repente, como un relámpago de luz, el sol salió entre las nubes. La música de lo natural, imponente. Árboles. Ramas. El tronco parecía salirse del mundo para traernos a la realidad, por uninstante, pareció brillar; mientras en su mirada se observaba el destello de una dulce agonía, de la feliz búsqueda, de un reencuentro consigo. La magia de la enredaderas que ascendían por él aparecía y desaparecía, como buscando. Nada estaba prohibido, pero su alma quería subir más allá de lo que su cuerpo le dejaba. La antítesis del momento solo se podía salvar de una manera. Construyendo la aventura.

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Pasaba el tiempo, se llevaba las palabras, que volaban como otoños de plásticos. Por la calle, me acompañaban rodando, calle arriba, calle abajo. Calles que notaban alientos indefinidos, sombras oscuras, vientos llenos de palabras. Mis zapatillas, pies descalzos. Uno, otro. Rozando las palabras en recuerdos. Todo empezó con un mes de transformación, que no transformaba, rellenaba. De oraciones, palabras, fantasías, viajes, sentimientos, recuerdos, pasado y presente, futuro y recuerdos. De energía.

Mecían los árboles. Mecían al viento. El futuro y los sueños, recuerdos y pasado. Imágenes borrosas. Siempre imágenes y palabras. Todo, en síntesis bajo la música del mundo. Entumecidos.

Párrafos eternos. Todos ellos sin fin ni comienzo, imitando a un alma sola. Amor. Así empezó todo. En la oración del sentimiento, donde te refugias en tu ser, para salir en otro, en tí mismo. Antítesis, siempre y simple. Dios. Al final. Gritas, por buscar una palabra en la oscuridad de tu ser en tí mismo. Amor de alma. No de cuerpo.

Envías señales, de socorro y de ayuda, al multiverso. Escucha. A ver si alguien respondía. Escucha, siempre alguien responde en tí. Escuchar las palabras, siempre faltas, aunque buscadas. Resbaladizas por sobrevaloradas o por maltratadas.

La gente. El mundo en personas. En animales. La naturaleza parece adquirir más alma que nosotros cuando el bosque nos habla de Dios, cuando las montañas nos permiten gritar su eco, cuando los valles nos hacen ver la inmensidad del cielo, a nuestra derecha, a nuestra izquierda, delante, detrás. El horizonte recortado con la belleza de la roca y las nubes sobre nosotros. El cuerpo animal manda. El alma humana vence.

Las palabras se convierten en aire. Los valores, en principios.

sábado, 31 de marzo de 2012

Oración e impersonal

Allí, en la cima del mundo. Buscaron con fervor y ansia ese momento. Recorrieron grandes paisajes buscándole. Y allí, con el cielo azul pálido sobre su cabeza, en la grandeza del paisaje en sí, rodeados de árboles nunca vistos, que recorrían el camino a las nubes creando caminos entre las ramas que solo los animales podían conocer. Con las montañas. Con el agua. Con el viento y la cascada. Con todo el mundo a su alrededor. Los tres, los miles. Corrieron.

Pararon a reflexionar su carrera, como si de un sueño se volviese a tratar. Buscaron hasta el significado del significar, hasta encontrar a Dios. El momento.


Ahora, escuchadme los que me escuchéis, leedme los que me leáis. En voz baja, mis susurros. Sentir, oyendo de fondo la antítesis de un tango alegre. Con el corazón en un puño, oíd, escuchad, leed. Sentid.

Una gota de magia. Que vuela con el viento, dando vueltas, como una tormenta. Que surca las olas, como un vendaval. Que recorre el alma, como una ilusión.

Sentid, imaginad. Corred, volad, reíd. Gritad. Saltad.

Sentid las palabras. Si las razonais, griegos, escribo:

El Amor se intenta definir en palabras. El problema es que las palabras no son realidades, sino simples alusiones a ésta: las propias palabras son metáforas de la realidad. Por lo tanto definir el Amor en palabras implicaría hacer alusiones constantes a la realidad relacionando unos conceptos y otros (pues es esto lo que hacen las palabras al final). Aquí el problema reside en que estas alusiones pueden ser conocidas por el propio oyente o no, por lo que, en realidad, intentar definir el Amor, tendría como fin explicarlo a alguien que no lo conoce, relacionándolo con otros conceptos de la realidad que sí conoce, metaforizarlo. El otro fin por el que quisiéramos definir el Amor sería la simple belleza de las palabras y metáfora, la simple conversación.
Encontrada la necesidad de definir el Amor, veamos los medios: las palabras. Al ser simples alusiones de la realidad, como antes he mencionado, tendrían un sentido metafórico. Y, ¿qué hay que sea como el Amor? ¿Con que podemos igualarlo en metáforas? Es evidente que la propia palabra “Amor”, por sí sola, no describe nada. El hecho está en que el Amor es un sentimiento, y describirlo nos obligaría a hacerlo sentir al oyente. Por lo tanto, definir el Amor (que es explicar un sentimiento), es hacérselo sentir al oyente o lector. Las palabras tienen que aludir a la realidad de forma que el oyente reconozca en estas realidades al propio Amor. Es decir, hay que encontrar algún otro sentimiento que haga sentir igual que el Amor al que nos oiga. Pero, si hubiera ese sentimiento, ¿no se llamaría igualmente Amor? No hay otro sentimiento igualable al Amor (ni por encima ni por debajo), ya que sería incoherente ponerle otro nombre a lo mismo, por esto se agrupa en Amor al paterno, al fraternal, al de pareja…
Así pues, el Amor es un sentimiento que para entenderse ha de sentirse. Las palabras tienen que crear la misma realidad que hiciera al oyente sentir el Amor en el mundo real, fuera de las palabras. Esto implicaría alusiones a aquello que nos provoca Amor. Como el Amor es algo bello, no podrían ser alusiones simples, sino bellas, enternecidas con el arte de las palabras, jugando a sentir con algo abstracto que no siente, creando algo en un corazón, creando un sentimiento, Amor. Alusiones a la realidad, bellas. Eso sería lo necesario para definir el Amor. Por lo tanto, los dos fines por lo que podríamos querer definir el Amor, han de seguir los mismos caminos si quieren ir por el de la efectividad. El Amor es la bella metáfora de la realidad escondida entre letras.

Dejad de estructurar el mundo, que salte y se estire. Reíd. Vivid. Haced lo que queráis, no lo que os diga.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Paráfrasis

Nada. Empezaron allí. La aventura exigía más de lo esperado. Épicos, gloriosos, sudorosos. Los paisajes les habían llevado llenado penado peinado reinado.

El corazón les susurraba. Susurraba silencios, sonidos de la suave brisa sigilosa insinuante del otoño silvando en las sensaciones de las nieblas suspiradas del inverno sórdido como si fuesen la asbestosis personada, como una metáfora de una vida ajena alejada. Angustiados quizá ahogados. Como tú y yo.

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La vida pasa. Los días uno detrás de otro.

La calle tiembla de frío castañeando con sus dientes marrones de leche recién caídos en otoño, a mi paso y al del viento. Los paisajes, abrumadores.

El sentir del entender, del instinto. Ese corazón interno a la mente que, en parte creamos, en parte traemos. El que nos incita a clasificar para unir, no para separar. El que nos lleva si nos dejamos mecer por el suave río de nuestro interior.

La monotonía corre despacio, abarca todo poco, se deja con fuerza agarrarte y matarte. Te quita vida: ilusión: sentir: mata. Mata. Meta. Juegos y jergas. Vida en sentimientos, ya que al fin y al cabo, si pierdes el juego, pierdes la ilusión, si pierdes la ilusión, pierdes el juego. Si pierdes la ilusión, pierdes la vida. Si pierdes la ilusión te pierdes. Sin sentir. Solo monótono como sol solo con don.

Abrumadoramente desconocido, el paisaje. Las raíces, las ramas, las charcas, las aguas, estanques y ranas, ranas y estanques. El ojo de la vida que se mira a sí mismo, que mira más alla del Cristal que devuelve su propio reflejo.

Palabras convirtiéndose en sí mismas. Vida en paráfrasis con el tiempo.

martes, 31 de enero de 2012

Valores en el tiempo

Avanzaban por el lago lentamente, al ritmo de las plantas, mecidos por la poca corriente que el agua llevaba. Envueltos en nieblas, parecían no percatarse del Sol, que quizás había desaparecido tiempo atrás. Las palabras entre uno y otro eran escasas, como medidas para no entorpecer la música que la jungla a su alrededor les narraba. El tiempo les iba llevando por aquel río, de lago en lago, como nadando a golpe de remo en el paisaje selvático. Juglares, caimanes, pájaros sin nombre, mil colores y mil formas se agolpaban en la orilla como un público en multitud para ver aquella perturbación en el curso del río que causaban los chapoteos artificiales de la madera contra el agua.

La bruma del tiempo les movía a preguntarse por la realidad. Mientras la selva gritaba en voz baja la banda sonora de la escena, el tiempo susurraba al oído preguntas y respuestas sin palabras, solo para el corazón. Sombras de valores, eso eran. Y así, la realidad cobró forma de nube en el río, y sus corazones siguieron su curso natural por la niebla que ellos mismos se imponían en su inútil ceguera.



El corazón latía con furia, agarrado a las estruendosas notas de Beethoven. La fuerza del sentimiento que embargaba por dentro a cada músico era un simple alteración extra en el roce con el exterior mediado por nuestros instrumentos. Parecía una locura, la locura de la música de Beethoven, lo que hacía que el pecho me gritara con potencia y que la partitura me demandara saltar. Pero para el espectador paisaje, todo ello era un simple modo irónico de ver la vida. O quizás, la única manera de hablar para el tiempo  y que entendiéramos la presencia de nosotros mismos en su seno.

El hecho de que no existiera una verdad única según un amigo, no iba a impedir que la buscara.
-La única diferencia entre esa roca y tú o yo, es que nosotros podemos sentirla a ella y a nosotros mismos y además podemos hablar de eso -señalé la roca y dije:-. Y ella no.
Proseguí: "Todo el mundo entiende que la roca y uno mismo se hacen de lo mismo, átomos, pero no es lo mismo entenderlo que sentirlo".
-Yo siempre pienso que es una suerte, sea lo que sea. Algo de lo que aprendes, algo que te llevas.
En aquel jardín escondido en la noche, cualquier palabra parecía cobrar un sentido metafísico.

El tiempo me acompañó, como de costumbre, en mis paseos por la calle, en los días del mes de enero y me fue dejando consejos entre pensamientos. Las nubes coloreaban de grises pentagramas las ventanas de mi casa en la oscuridad de la noche, como componiendo una sinfonía en la que las gotas jugaban a ser notas musicales con la gravedad, y en ese juego de locos, iban incluyendo a todo lo que mirara al cielo. Y así, la música de las nubes parecía querer decirnos el resultado de una suma mágica.

Mientras, el tiempo seguía allí, susurrándole a mi corazón palabras en otro lenguaje. Diciéndole como la regla empezaba con los pequeños sentimientos, esas pequeñas gotas de lluvia que caían al corazón e iban llenándolo, coloreándolo, dibujando sus formas... Las pequeñas percepciones del mundo que nos recreaban. Esas pequeñas gotas que caían al levantar, que iban mostrando cada momento, que iban creando los días... creando sensaciones. Sentimientos que se unen, gotas de sensaciones que forman el lago de los días. Sensaciones que muestran la realidad en nuestro interior como la suma total de los sentimientos, negativos, positivos. El infinito universo era irreconocible ante este otro mundo de sensaciones inversas, infinitas también. Sensaciones, que dan el sentido a la vida. Cada gota del exterior es una percepción del mundo, un sentimiento, que junto a todo los demás, forman lo que sientes en esos momentos, la sensación. Según lo que sientas, según lo que veas: el sentido que le damos a la vida cambia según la percibamos, según cómo la sintamos. Así, el hecho de no sentir la vida, hace que ésta deje de tener sentido.

El tiempo seguía acariciando mi piel, llevándome por los días como si de una correa por la vida se tratase. Y así, me di cuenta de que esos sentimientos, esas sensaciones, ese sentido, que encajaban tan bien, parecían ser moldeados a partir de nuestra propia identidad, nuestros propios valores.

Sombras de valor. Fuerzas del instinto. Cada persona parecía ser un único resultado de la infinita combinación de sentimientos en forma subjetiva, percepciones del mundo moldeadas, deformadas; valores. Ilusión, optimismo, fuerza, igualdad, empatía, fe, seguridad... Palabras que crean definiciones inexactas.

Valores, partes de uno mimo, formas de ver el mundo, de elegir los sentimientos, y de dar sentido a tu vida al final. Antes de los sentimientos solo están los guiños que nos hacemos para crear nuestro esquema de vida. Sonrisas, los besos, los abrazos... Los guiños del tiempo se perciben dentro, como en otro mundo. Cada guiño solo lo entienden los que hablen su lenguaje. Eso es lo que queda grabado. Como en forma de pentagrama, como en forma de escultura, como en forma de lluvia golpeando tu ventana una noche de enero, en la que el tiempo te susurra, con la voz de Dios, cerca del oído, los valores que rellenan tu alma. Gritos de vida. Música de corazones. Palabras de valor. Magia de ilusión.