Cierro los ojos y suena la música. La vida siendo feliz. Sin necesidades. Nada que decir. Todo por contar. Entender, sentir. Amar.
De pronto caer como el sol y levantar como el viento.
Qué curioso es cribir y sentir su presencia a mi lado. Escribir sobre ella y sobre Ella. Y ahora, el asiento vacío. Como el corazón.
La luz solar entra por la ventana de la izquierda, como inspirando el ambiente literario del momento. La magia de un momento inventado, la felicidad de un instante inquieto.
Luz libertaria
Al final, cartas a un Dios desconocido.
Conecto contigo de alguna manera
mágica
sorprendente,
veraz
Como si la fantasía del mundo inundara mi ser en plenitud. Como si, aunque no entienda nada, todo lo que no sé cuadrara con
tu ser en el momento mismo e
n que te sie
nto cerca.
Te siento, te oigo, te imagino, y sueño aún contigo
cerca
de mí
los dos, bailando en la acera, bajo la noche del invierno más conocido y más compresivo, como un Dios que nos aguarda sin reparo ante nuestro inconfundible pecado
limpio
y ahora mismo conozco la añoranza, nostalgia de una infancia llena de los sentimientos que nunca llegaron a suceder, pero siempre existieron en el alma.
No sé sentir sin ser. Sin dejar de ser tú.
Aspiro el (al) Dulce Deseo.
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